Me encanta tontunar con lo absurdo, inventar palabras riconudas y fantasear con orcos y orcas; quedarme encandilado con la historia de un pueblo fantasma, un ataque zombi o simplemente ver girar a un erizo azul, usar la posición de pensar para elegir la cerveza, reírme hasta el desorine de caídas de graciosos gatitos y teletranspuertarme. Los rumores de mi robot exterminador de humanos son probablemente falsos.