Me da la impresión de estar perdiéndome algo,
de que soy tontico o solo un poco atascado. La lógica aplasta y ponerte
desodorante sin bañarte es cagar hacia dentro. Cuando llevas más de 30 años sin
ducharte empieza a molestar. Pero la cosa no acaba hay.
El olor a gato podrido se apodera de la
habitación cimentandose en tu ropa un bonito y diferente olor a muerte de lo
que antes dudosamente fue gato. Empieza el caos
A alguien se le ocurre la genial idea de
limpiar la habitación moviendo los brazos a modo de ventilador, diciendo “soy
especial”, seguido de otro bastardo que dice “soy más especial”. Reciben
aplausos condecoraciones y un pin del Betis.
La discusión si el olor es de gato o es de
gato comienza y muchos recurren al típico “es que mi madre no me deja” o “si, pero
el tuyo no vuela” para autodefinirse, llegando a la conclusión de que si, el
olor era de gato. Solo discuten.
Se puede ver como algunos se ponen pañuelos untados
de mierda con el pretexto de “con esto no olerás a gato podrido” seguido de un “echemos
a los pelirrojos”
Seguimos rompiendo la puerta.